lunes, 12 de noviembre de 2007

Las formas te pueden matar


Todavía sonrío al recordar cómo el Rey don Juan Carlos I hizo callar a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, en la última cumbre de jefes de estado y de gobierno de Iberoamerica. Aquel ya célebre "por qué no te callas" ha sido un de los momentos más destacados en los informativos españoles de este pasado fin de semana, y estarán de acuerdo conmigo que con razón. De la misma manera que creo que casi todo el mundo estará de acuerdo en que el Rey quizá debió actuar de otra manera. El mensaje era el correcto, pero la forma de enviarlo fue realmente errónea.

Otro de los momentazos televisivos del fin de semana, y ya entrando en materia, ha sido la cara petrificada de Frank Rijkaard en el banquillo del Coliseum Alfonso Pérez de Getafe tras ver a su equipo perder por 2-0. Tras el encuentro, el holandés hizo autocrítica y se autoproclamó culpable del desastre -porque eso es lo que pasó en Getafe-. Hasta ahí bien, porque Rijkaard repetía su modus operandi en estos casos, y además ponía de manifiesto su honradez profesional de nuevo.

Nada que objetar hasta aquí. Algunos jugadores, caso de Puyol, levantó la voz para denunciar falta de actitud. Otros, como Valdés, contradecían al capitán, y hablaban más bien de un partidazo del Getafe como principal motivo de la sonrojante derrota. La gente de la calle, sin embargo, terminó sin creerse ninguna de las tres versiones, puesto que los males del equipo se vienen observando y denunciando desde tiempos inmemoriales -leáse la temporada pasada-.

Todo el mundo sabe que no hay actitud -en algunos casos particulares de extremada importancia para el equipo-, que se cometen errores tácticos en el campo y también en el banquillo, que la directiva, tan intervencionista a veces, parece haber dimitido de su función fiscalizadora de la parcela deportiva, y que en general, hay muchas cosas que no funcionan. El culé, por lo tanto, tiene motivos de sobra para estar cabreado. Un cabreo que se eleva a la máxima potencia cuando escucha lo que dice su entrenador, y sobre todo cómo lo dice.

Esta mañana, en su rueda de prensa, Frank Rijkaard ha sorprendido por criticar veladamente a sus tres estrellas disponibles: Ronaldinho, Messi y Henry. Dice que no colaboran lo suficiente en el trabajo colectivo, y que eso se nota principalmente en los partidos que se deben disputar lejos del Camp Nou. No ha descubierto la fórmula de la Coca-Cola, pero algo es algo.

Lo que hace que el culé de a pie se indigne, se rebele y proclame su emprenyament es la forma con la que Rijkaard ha decidido 'castigar' a sus estrellas. En ningún momento los ha nombrado ni ha criticado ferozmente su deplorable actuación -de los tres- en Getafe. El aficionado se ha quedado con una sensación broncus interruptus -si se me permite- que no hace más que agrandar el cabreo enorme que ya tenía, y que alarga un poco más esta situación de crisis.

Muchas voces empiezan a decir que Rijkaard empieza a perder la confianza de la directiva, y no sólo por los resultados -que también influyen, claro está-. El motivo por el que muchos empiezan a desconfiar del holandés son sus formas de afrontar los momentos delicados, ante los cuales parece tener una alarmante falta de recursos. Nadie imagina a un Rijkaard 'dando cera' a sus cracks, y ni mucho menos sentándolos. Y eso es precisamente lo que se le empieza exigir. Que abandone lo políticamente correcto.

Si repasamos su trayectoria en el Barça, Rijkaard sólo ha tenido dos momentos en los que se ha dudado de él. En su primera temporada, cuando estaba a 18 puntos del Real Madrid, y en la pasada campaña, cuando se certificó que el equipo perdería la Liga además de la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes, y tras haber caído en semifinalaes de la Copa del Rei y en octavos de la Champions. En el primer caso, el fichaje de Edgar Davids y un equipo deseoso de triunfos le salvaron el pellejo. En el segundo, todavía nos preguntamos el porqué de su continuidad.

Lo que está claro, sin embargo, es que viniendo de la pasada temporada, donde la autocomplacencia reinó en todas partes, se estila un cambio en las formas. Ya no vale el colegueo y el savoir faire. Quizá lo que necesite ahora es cambiar el registro. Porque si no Frank, quizá debas irte con la canción a otra parte.

No hay comentarios: