miércoles, 7 de noviembre de 2007

Rangers-Celtic o los límites de la obscenidad


Entonando el Rule Britannia (himno del Imperio), cerveza en mano, miles de hinchas del Rangers señalan a los pocos valientes del Celtic que se han atrevido a presenciar en las gradas de Ibrox Park uno de los derbies con más connotaciones del mundo. "Hola, hola somos los chicos de Billy" les gritan refiriéndose a los Billy Boys, que acosaron a los católicos de Glasgow en el período de entreguerras y que en la década de los 20 fundaron una filial del Ku Klux Klan. Es una imagen recurrente en cada partido que enfrenta a los dos grandes equipos de Escocia, y de Glasgow, en el estadio de los 'Gers'. En cada Old Firm que mide a Rangers y Celtic. A protestantes y católicos.

Porque si en algún lugar del mundo el fútbol es una religión, no cabe duda de que es en Escocia. La rivalidad eterna entre Rangers y Celtic ha convertido sus enfrentamientos en alegatos a sus ideales. Y las viejas rencillas han llegado a límites casi obscenos. Un claro ejemplo de esto es que los fines de semana en los que hay partido entre ellos, los ingresos en urgencias en los hospitales se multiplican por nueve. Queda claro.

Basta con echar un ojo a las dos aficiones para comprender un fenómeno tan arraigado como peligroso. Los Rangers representan la comunidad protestante de Escocia y, también en el norte de Irlanda, a sus seguidores unionistas. Además, adoran a la Reina de Inglaterra, a la monarquía. Justo lo contrario que sus vecinos. Los Celtic son de tradición católica. Y anhelan la conversión de Escocia en una patria libre. Alejada de la opresión inglesa.


Para entender esta rivalidad, sin embargo, nos tenemos que remontar al S.XVI. Mucho antes de que las disputas por la reforma protestante y la limpieza étnica a todo símbolo católico que se impuso entonces en Escocia se llevara a los campos de fútbol. Tres décadas después, en el S.XIX nació el Celtic. Creado por los inmigrantes irlandeses que no pudieron emigrar a EEUU por razones económicas y se tuvieron que conformar con ir a su país vecino en busca de oportunidades. Fue cuando fundaron el equipo que representaba a los irlandeses de tradición católica.

Desde aquel momento, los partidos entre ambos equipos se han convertido en uno de los espectáculos más bellos del fútbol. Pero también en uno de los más peligrosos. "Estamos hundidos hasta las rodillas en sangre feniana", gritan los seguidores de los Rangers a los del Celtic. Y cuando en los altavoces antes del partido suena el "Simply the best" de Tina Turner los 40.000 hinchas gritan al unísono cuando acaba la canción: "¡Mierda al Papa!".

Las disputas entre los hinchas de los dos equipos en la decadente Glasgow se han llevado a límites insospechables. A no dar un trabajo a alguién por ser seguidor de un equipo. O, en el peor de los casos, al asesinato de un seguidor de uno u otro bando por pasear con la camiseta de su equipo por un barrio equivocado en el momento equivocado.

La apasionada rivalidad entre Rangers y Celtic es una de las más famosas del mundo. Una de las más vibrantes. Pero también una de las más inquietantes.

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