viernes, 11 de mayo de 2007

Fin de equipo (o de ciclo)


De Ramallets, Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón a Valdés, Puyol, Xavi, Messi, Eto'o y Ronaldinho. Del Barça de las "Cinc Copes" al de las "Set Copes". Nada más lejos de la realidad.

El Barça firmó en Getafe el penúltimo capítulo (queda aún el desenlace final de la Liga) de la permanente descomposición en la que se ha instalado durante la que, en agosto, debía ser la temporada más histórica de las históricas del Barça. La egolatría de Joan Laporta al inicio del curso, proclamando a los cuatro vientos que su proyecto acabaría levantando en junio los siete títulos que disputaba, se ha convertido en una mecha que prenden desde Madrid a cada decepción de este equipo.


Es la alarmante indolencia del Barça, la implacable soberbia con la que se plantó en el campo del Getafe, lo más significativo de la decepción más fuerte de la temporada. Y las palabras de un Frank Rijkaard más abatido que nunca tras el partido invitan, como mínimo, a la reflexión: "Hay que acabar la temporada con dignidad".

En ningún momento Rijkaard recurrió al fácil tópico de "ahora hay que ir a por la Liga". En ningún momento. El golpe ha sido muy duro. Y el desánimo en el vestuario puede costar la Liga. Reconoció Puyol que el Barça salió a jugar pensando en la final. Y esto es uno de los vicios que más se detectaban en el ocaso de la galaxia de Florentino Pérez.

La prepotencia costó la Supercopa de Europa ante el Sevilla, la final del Mundial de Clubes ante el Internacional, la derrota en casa ante el Liverpool que fue decisiva para quedar fuera de la Champions y el frustrante salto al vacío en Getafe para dejar de estar en una final (la de Copa) a la que el Barça no accede desde 1998.


La prepotencia ha determinado el final de un equipo al que le urge una fuerte sacudida. Y no sólo en los elementos que adornan el vestuario y rellenan el poster al inicio de temporada (Jorquera, Ezquerro, Oleguer, Motta, Edmílson, Giuly o Sylvinho), sino también en algunos de los tótems que vigilan que nadie se lleve el gimnasio del Camp Nou. O Ronaldinho o Etoo. O los dos. El futuro (y el hambre) es de Messi. Y alrededor de su figura se debe construir un nuevo proyecto en el que piezas como Iniesta, y también Bojan, deben asumir las riendas. Hay que ver, además, si Rijkaard seguirá o no.

La derrota en Getafe ha marcado definitivamente el fin de un equipo que debía ser más de lo que al final será. Y si no se acaba un ciclo es porque, a día de hoy, no hay otro equipo en la Liga (ni Real Madrid ni Sevilla) capaz de asumir y superar a este Barça deprimido. Y decepcionante.

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