lunes, 21 de mayo de 2007

¿Será demasiado tarde?


Lo primero que me vino la cabeza después del partido, de la exhibición ante el Atlético: Partidazo. Lo segundo: Aún hay opciones de ganar la Liga. Lo tercero y último: Pero, ¿será demasiado tarde?

Tuve el privilegio de pasarme el domingo viendo la maratón de partidos decisivos de la Liga. Esto es, el Deportivo-Sevilla, el Recreativo-Real Madrid y el Atlético-Barça. Ahi van algunas conclusiones sobre los tres candidatos al título:


Sevilla:

Impresionante. Lo de este equipo tiene mucho mérito. Juande Ramos y su cuerpo técnico han sabido dosificar a su plantilla para que llegue al tramo final y decisivo de la temporada a un nivel físico óptimo. En Riazor, un estadio complicado, fue capaz de remontar un resultado adverso y marcharse con un 1-2 que le mantiene en la lucha por el título. Cuatro días después de ganar la Copa de la UEFA, y con las miras puestas en la final de Copa del 23 de junio ante el Getafe, la actitud de este equipo es digna de elogio.

Juande ha imprimido a este grupo un estilo atractivo, a la par que eficaz. El amplio abanico de recursos de los que dispone, además, le ha permitido encontrar soluciones en la amplitud del banquillo. Si no está Poulsen en el centro del campo (una de las claves del éxito de esta temporada) coloca a Renato y cumple con creces. Igual que en la línea de ataque, donde el acompañante del intocable Kanouté puede variar y siempre brillar: Chevantón, Luis Fabiano o Kerzhakov han ofrecido buenas prestaciones.

Pero no hay que olvidar la gran llave del éxito: Monchi. El secretario técnico del Sevilla, que llegó con el equipo en Segunda División, ha sabido juntar las piezas necesarias para construir un equipo de primera línea. ¿Quién iba a pensar que el delantero patoso del Tottenham (Kanouté), el delantero centro del Zenit (Kerzhakov), el eterno portero suplente de Cañizares en el Valencia (Palop) o un centrocampista del Schalke 04 (Poulsen) serían ejes sobre los que giraría un equipo bicampeón de la UEFA? Esto, sin olvidar la excelente política de cantera a lo largo de este lustro (Jesús Navas, Puerta, Reyes, Sergio Ramos). Espectacular.


Real Madrid:

El caso del Real Madrid es claro: se lo cree.

El equipo de Fabio Capello ha resurgido de sus cenizas a base de garra, fe y sacrificio. Nunca falla el resultadismo del entrenador italiano. Lo ha vuelto a demostrar. Pero esta vez a base de comerse el orgullo.

Nadie le reprochó en verano que construyera el eje de su equipo a partir de Cannavaro en el centro de la zaga y del doble pivote Emerson-Diarra. Eso sí, cuando los resultados fueron nefastos, Guti le sacó a flote, Beckham (de la grada al césped) lideró al equipo, Helguera, sin dorsal a principio de temporada, salió del ostracismo, y Gago, fichado en el mercado de invierno, de talante más creativo que destructivo (el antiestilo de Capello) brindó el magistral pase a Roberto Carlos en el Nuevo Colombino para que marcara el 2-3 ante el Recreativo que puede valer una Liga. Ha tenido suerte el técnico italiano de que Van Nistelrooy haya hecho olvidar a Ronaldo.

Este Madrid rácano, miserable y gris ha revivido por los propios fallos del Barça. Cierto que en el último mes ha dado una imagen más alegre, más decente, de lo que ha sido a lo largo de toda la temporada. Pero no es menos cierto que el proyecto que ha construido Capello carece de sentido y tiene la fecha de caducidad marcada: 30 de junio. La suerte (¿del campeón?) ha salvado a los blancos en las dos últimas jornadas. Está por ver cómo pasarán el incómodo trámite ante el Deportivo en casa y su visita a La Romareda antes de cerrar la temporada en el Bernabéu con el Mallorca.

Los devaneos tácticos del italiano han mareado a un grupo al que lo único que le queda es el hambre y la necesidad. Y verse en el liderato de la clasificación (algo que ni en el mejor de los sueños) ha insuflado al equipo una autoestima que podría llevarle en volandas a la consecución de la Liga.


Barça:

Rijkaard ha tenido muchos problemas a lo largo de toda la temporada. Los principales: las lesiones de larga duración de Leo Messi y de Samuel Etoo, la mala preparación física en verano y la soberbia. Sin embargo, para mí hay otro que también ha tenido gran parte de culpa en la pérdida de (casi) todos los títulos: el déficit en el pivote defensivo.

El entrenador holandés se ha encontrado con un auténtico rompecabezas en la posición que da equilibrio al juego azulgrana. El pivote defensivo, el medio centro, ha sido una de las grandes claves del fracaso del Barça este año, el constante desequilibrio en la medular ha costado partidos, incluso títulos. Ni Edmílson, ni Motta, ni Márquez, ni Xavi, ni Iniesta, ni Deco han cumplido en una parcela en la que se debe invertir mucho dinero el próximo verano (Xabi Alonso, Cesc o Pirlo).

En todos los partidos decisivos, Rijkaard ha tenido que hacer cambios en esta posición. Le salió bien en París, en la final de la Champions, cuando cambió a Edmílson por Iniesta. Pero le falló en la Supercopa de Europa ante el Sevilla (Motta por Iniesta), en la final del Mundial de Clubes (Xavi por Motta) o en la ida de los octavos de la Champions ante el Liverool que costó la eliminatoria (Iniesta por Motta), por citar algunos ejemplos.

Es evidente que la causa de este agujero negro esta temporada tiene dos nombres: Edmílson y de Motta. Ambos han rendido por debajo del nivel que se esperaba. Y Rijkaard no ha dado con la solución.

Ahora, el Barça, cargado de moral tras el 0-6 ante el Atlético, ha recuperado el orgullo. Le convenía a este equipo un resultado así tras 15 días de penas (ante el Getafe y el Betis). El problema es que ya no depende de él mismo.

No por marcar más goles que nadie, ni por ver como el Madrid se salva sobre la campana, se despeja la pregunta del millón:

¿Será demasiado tarde?

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